sábado, 11 de mayo de 2013

El Cubo


Las manecillas del reloj murmullaban, haciendo que el desespero de Franck Nicolás fuera mayor, al saber que el péndulo se detendría a la hora de su muerte. Franck un hombre que tenía la palabra Libertad en sus actos, fue sentenciado a muerte, siendo juzgado y acusado por un delito craso.
Su historia abundo por las calles de la pequeña Inglaterra, en una carta escrita por el ápice de una pluma, donde la tinta derramada contó sus más increíbles aventuras.
Franck creció a medida del que viento arrastraba su presente, sondeándose sobre las conductas humanas, viendo así como cada ser era esclavo de sus pensamientos y posesiones, siendo símiles a esclavos de cadenas. Desde muy arrapiezo  observo como la existencia de sus familiares desaparecía por ser paganos, siendo ya esclavos de una frazada fúnebre y una hoz. Así Franck adulo al mismo ser para poder seguir luchando por sus pensamientos.
Al paso de unas décadas Sir Franck Nicolás era conocido por su barba y su cuerpo del Olimpo Griego, pero además distinguido por sus pensamientos e ideales que ayudaban desde al más necesitado hasta a los aristócratas; en sus momentos de sosiego, plasmaba en pequeñas páginas las estigmas que le dejaban la vida. En sus moaxajas se redactó grandes críticas hacia el gobierno, por lo cual se dieron ordenes de captura por su pensamiento revolucionario.
La historia de su rebeldía y su pensamiento llego a los más recóndito de un monasterio cartujo en las altas montañas de Scafell Pike, donde el prior del monasterio asumió el mecenazgo de Sir Franck enviando un mensaje ante el. Las palabras  de aquel mensaje removieron en lo más profundo de su ser, aquellos recuerdos de su infancia en donde su amigo y tutor Sir Thomás Holmes fue acusado injustamente de pederasta y enviado al destierro.

El siglo XIX vivía su adolescencia,  cuando el 21 de abril de 1847 Franck fue citado a un tribunal por la reina Victoria I. Allí se le sentencio a una condena y se le dieron culpas por delitos de lesa majestad, donde intento cambiar los pensamientos de sirvientes, empleados y aun a esos esclavos de un mundo ignorante.

En una pequeña celda, Franck que se encontraba acompañado por una simple cama y un reloj que marcaba el poco tiempo que quedaba por recorrer de su humana existencia. En este pequeño cubo Sir Franck Nicolás ingirió una pócima para cortar la angustia de esta larga espera y allí en medio de su agonía sufrió una aneurisma, donde la última melodía que sus oídos contemplaron fue un suspiro profundo.